jueves, mayo 29, 2008

Energía

A veces pienso que si fuera lo bastante delgado como para caber por un cable, podría llegar allí en un segundo… ésa es la verdadera belleza de la energía. Por un momento he sentido que podía, que atravesaba kilómetros de cable y aparecía ahí, a tu lado. Me gustaría sentir la energía fluir por los poros de mi piel, recorriendo mis venas una y otra vez sin perder esa alegría eléctrica que se descompone sólo en la profundidad del espacio. Estoy seguro que en otra dimensión todo es muy diferente. Han descubierto diez, pero sé que hay muchas más, tantas como decisiones en la vida de cada persona. Me gustaría visitar esas decisiones: resultaría interesante ver que pasaría si nosotros nos conociéramos a un nosotros mucho más diferente de lo que pensamos, quizá nos enseñase algo sobre el yo verdadero, el que nos importa, el nuestro. En realidad nos da igual lo que ocurra en otras dimensiones, en otros mundos, en otros universos… el egoísmo humano llega hasta el punto de mirar hacia otro lado cuando una paradoja creada por nosotros hace que el universo se destruya, pensamos que es cosa de película, que no puede ocurrir en realidad… pero la realidad está subestimada, la Naturaleza es mucho más juguetona de lo que nos muestra, tanto que deberíamos asustarnos.

Pienso en todos esos “yo” que pensarán lo mismo en estos momentos, incluso habrá algunos que intenten dar el paso hacia el viaje de sus vidas, otros seguro que ya lo han hecho y quizás alguno haya destruido algún universo, alguna decisión que no tomé en algún momento o, mejor dicho, que el otro “yo” tomó de forma distinta. La humanidad se piensa el centro del universo, pero más allá de eso, se cree también el centro de todos los existentes, quizás infinitos. Dioses de carne y hueso que se han erigido soberanos de la verdad y expertos en la justicia sólo al alcance de nadie.

Hoy me gustaría ser energía y volar entre chispas, ser esas chispas.

jueves, mayo 22, 2008

Amor de parque


Estaba distraído mirando hacia el suelo. Como cada tarde, se acercó al parque con una bolsa de arroz inflado, el bolígrafo “bic” que tanto quería y su inseparable libreta.

Años atrás, en ese parque bullía la niñería, pero hoy sólo había parejas haciéndose arrumacos y ancianos dando de comer a los pájaros o leyendo el periódico en un banco soleado. Antes sólo había risas, pero hoy las discusiones de los novios contrastaban con las sonrisas de aquellos que veían a sus amigos de una juventud casi sepultada en el tiempo, pero que seguía viva en sus corazones.

Y en medio de toda aquella vorágine de sentimientos estaba él. Como siempre, escogió aquel banco, el mismo que visitaba cada tarde desde hacía mucho tiempo, quizás demasiado. Sabía que hoy no podía ser diferente, que no encontraría a esa muchacha que conoció antes de que las canas empezaran a aparecer en su pelo, pero no perdía la esperanza. Al principio pensaba que un día u otro aparecería, pero poco a poco se fue convenciendo de que aquello fue todo. Sólo fueron unas risas, unas miradas demasiado cómplices y un beso furtivo a la sombra de aquel cedro, pero seguía pensando en que la marca que le había dejado era demasiado profunda como para intentar olvidarla, aunque lo hubiera intentado, aunque hubiera preferido no beber tanto esa noche, aunque ese momento significara para él la primera vez que se hubo sentido realmente vivo.

Se sentó en el banco, despacio, sin prisas, tenía toda la vida por delante para hacerlo. Apuró su bolsa de arroz inflado y alargó la mano sin mirar hacia la libreta, pero no la encontró. En su lugar había una chica, una chica que le miraba con una mezcla de curiosidad y tranquilidad. Página a página, frase a frase, estaba leyendo cada palabra que hubo anotado en esa libreta, palabras que le hubiera querido decir y no tuvo tiempo, otras que ni siquiera se hubiera atrevido y algunas que quizás no dijera nunca…

“Quisiera que temblaras como lo hice aquella noche contigo”. Ésas eran las últimas que había escritas. La chica giró sobre si misma, buscando algo en su bolso. De pronto, entre sus dedos apareció un bolígrafo gemelo al que siempre había usado. Cogió la libreta y garabateó una frase apresurada justo debajo de lo que había escrito, y le tendió la libreta. Él inclinó la mirada y leyó:

“A partir de ahora voy a temblar cuando te vea, y si, de placer si quieres...”

Al volver la mirada, una sonrisa cómplice y risueña le transportó a aquella noche en la que nació por segunda vez.

  • Todo estos años estuve observando, pero nunca me atreví a acercarme.
  • No importa, ya estás aquí, te dije que siempre te esperaría, y lo hubiera hecho mil años más.

La libreta cayó al suelo mientras los dos se besaban, ya no la necesitaría, podría decirle todo aquello que quiso y no pudo, todo lo que quizás ahora sí tenía sentido.

Un dragón en el tejado


Un dragón en el tejado, mirándome impasible, casi de piedra. Anoche cuando llegué a casa ya estaba ahí. Tenía muchas escamas rotas y quería que se las curase, aunque no sé muy bien cómo se puede curar una herida a un ser mágico. Según tengo entendido, hay que saber qué tipo de dios es: asiático, africano, americano… cada parte del mundo tiene un dragón diferente en su cultura, de hecho son los dragones los que hicieron que hubiese esta diversidad de pueblos y creencias que ahora vemos.

Antiguamente, cuando los dragones reinaban en Sasquia sin esconderse de los humanos, había siete clases bien diferenciadas: los seis inmortales y Sehkrim, el mayor y más poderoso y sabio dragón que hubo jamás, pero también el más confiado. Una noche, Atlvlad invitó a ambrosía a Sehkrim. No había ningún alimento que pudiera matar al gran dragón, pero eso no era comida, sino una poción elaborada por las parcas mayores de Sishbelt, dueñas de la muerte.

Muerto Sehkrim, los dragones formaron dos bandos rivales que lucharían por la supremacía. Así, Atlvlad, Humboldt, Goldfishk y Rikkesh se enfrentarían a Drachull y Munanvalkuainen. Y este último es el que estaba esa noche conmigo, abriéndome su corazón a la lucha divina que se libraba sin que los mortales lo supieran.

- Estoy herida, por eso estoy aquí.

- ¿Qué podría hacer por ti? Sólo soy un humano. ¿Dónde está Drachull? Él podría ayudarte, es tu compañero ¿no?

- Está hechizado, pero eso cambiará hoy. Por eso estoy aquí.

- ¿Está cerca? Quiero ayudarte, pero no sé cómo.

- Sólo cierra los ojos, yo haré el resto.

De repente, noté como si me elevaran cientos de metros por los hombros y me dejaran caer al vacío, y cuando abrí los ojos vi cómo esa sensación era real, Munanvalkuainen me había soltado en medio del cielo, y cada vez sentía el suelo más cerca. Pero no grité, estaba tranquilo, como si nada de lo que hiciera fuera a servir de algo. Y justo antes de que mi cuerpo se estrellase contra el firme, me transformé. Ahora sé bien lo que pasó, pero entonces estaba aturdido, sólo noté una explosión de color cereza a mi alrededor y cómo, de pronto, podía volar. Ya no era humano, se había roto el hechizo y ya volvía a tener mi forma, la forma de Drachull.

domingo, mayo 11, 2008


El reloj se ha parado, mañana irá más deprisa. Repaso mi memoria en busca de cada palabra, y a mi mente sólo vienen miradas. El tacto del papel se ha vuelto áspero, inútil e inerte. Las hojas permanecen inmóviles y el café sabe más amargo. Mañana todo será igual y diferente… sin esperas, no existirá el deseo por tener un minuto egoísta ni los pájaros haciéndome volar junto al río. Esta noche ha muerto un trozo que nunca estuvo vivo, y aún así lo echo de menos. Hoy el sol se ha escondido antes de que la luna lo ordenase, como un baile desacompasado del que no hay pasos escritos, sólo susurrados al oído en una melodía perdida.

Antes fue el olvido… ahora, las palabras se disuelven en los charcos.

jueves, mayo 08, 2008

Tras la cortina de humo


Una nube cruza ante mis ojos, rasgando trozos de realidad que salpica con gotas de lluvia traídas de la nieve. Allá hay agujero que engulle el viento, y sólo creo en la noche más silenciosa. Cada latido es un sonido diferente, intenso, como una melodía que se hubiera ensayado durante años… y sin embargo es improvisación que me bombardea desde dentro de mi cuerpo. Un clip mal doblado, una farola torcida, un sol apagado… todos son sonidos irreverentes en una esquina cubierta de cenizas ennegrecidas por las telarañas.


Decenas de cartones se amontonan en mi mente, acomodándose para arder en el momento más inoportuno, y la llave es como un hierro desnudo en las manos de un psicópata.


Una llamada interrumpida, una oportunidad que nunca hubo y perdida en el interior de un tronco marchito por un rayo, pedazos de ignorancia. La sangre se agolpa, seductora, como un cascabel que avisa con una mirada escondida en un largo paseo. Pies descalzos, agua dulce y una botella como compañera. Rojo y verde, rojo y verde… demasiado loco para creerlo, demasiado fácil para soñar, demasiado poco, demasiado absurdo… le gente tiene secretos, la vida sería muy aburrida si no hubiera secretos ¿no te parece?

sábado, mayo 03, 2008

Hoy


Hoy digo adiós a demasiadas cosas. Hoy aprendí el valor de la verdad, la ignorancia del inepto, el sabor de la derrota. Hoy he visto dos estrellas que no brillarían nunca a mi lado y una luna incrédula escondida entre edificios.


Hoy todo es pausado, teñido de un tono gris. Cada palabra que oigo es sólo un martilleo en mi cabeza sin más sentido que la cacofonía de un susurro lejano que jamás se oyó. Hoy las caras son menos humanas, las risas más apagadas, las flores menos fragantes. Hoy se ha muerto algo en mí, y sólo cuando el moho me pudra desde dentro notaré que ha llegado el momento. Hoy los gatos son sólo animales sin alma que no entienden cuando me miran, sólo observan el movimiento a la caza de un trozo robado de carne que arañar.


Hoy las farolas son sólo luces, los árboles esconden su belleza detrás de un muro de hojas marchitas y cortezas castigadas por los años. Hoy se ha parado el reloj, y mi mente ha olvidado el nombre de muchas palabras que ya no tienen sentido. Hoy la cama no sabe mis secretos y los sueños no arropan como antes.