Improvisando
Aprovechando las sombras del futuro, rebusco entre las cenizas olvidadas por algún vagabundo del desierto. No hay más que tizones resecos por la memoria, abandonados sin criterio en la soledad de la mañana. Los suspiros siguen despertándome, y son los míos que tienen envidia del onirismo de lo absurdo en el que no pueden vivir. Más allá no hay nada, tan sólo silencio.
Uñas cortas, sudor frío y un grito ahogado por el miedo. Ahora los duendes duermen juntos, verdes y sonrientes, llenos de pústulas, hirientes. El triunfo de
No hay amor detrás de un cristal, ni en los árboles o las rocas… y