jueves, marzo 26, 2009

Improvisando

Aprovechando las sombras del futuro, rebusco entre las cenizas olvidadas por algún vagabundo del desierto. No hay más que tizones resecos por la memoria, abandonados sin criterio en la soledad de la mañana. Los suspiros siguen despertándome, y son los míos que tienen envidia del onirismo de lo absurdo en el que no pueden vivir. Más allá no hay nada, tan sólo silencio.

Uñas cortas, sudor frío y un grito ahogado por el miedo. Ahora los duendes duermen juntos, verdes y sonrientes, llenos de pústulas, hirientes. El triunfo de la Verdad está más lejano que nunca, y el caballero sigue galopando a lomos de un caballo negro que tiene dominado a su dueño.

No hay amor detrás de un cristal, ni en los árboles o las rocas… y la Naturaleza no existe más que en la mente, y ésta tan siquiera respira. Algún día, pequeño, algún día. Siempre le repitieron la cantinela como una odalisca sinuosa que centellea tras la montaña multicolor y que se alcanzaría con un globo imposible de inflar.