martes, mayo 26, 2009

La ventana

Una ventana se me abre ante mí cada mañana, como si no hubiera otra cosa en el mundo, y en realidad no la hay. Tan sólo quiero abrir y ver si estás ahí. Y hoy has aparecido, alegre y feliz como hace mucho no veía, y mi corazón se derrumba entre palabras cursis y lamentos de un pobre imbécil que no deja que el río siga calle abajo, hasta el fondo del cementerio lleno de rosas rojas y amarillas. No comprendo qué ocurrió, o tal vez sí, pero lo que importa no está aquí ahora, sino dentro de ti, aguardando el mejor modo de soltarlo, de gritarlo esperando que todo acabe de la mejor forma posible. En realidad ya lo he soñado cien veces y pensado unas mil, pero sigo abriendo los ojos empapados en lágrimas de unas sábanas que no entienden cómo algo tan débil puede romper algo tan duro. Aún palpita de emoción cuando oigo cualquier susurro, cuando huelo ese aroma, cuando veo algo plateado cruzar ante mí. cuando veo una y otra vez en la pantalla de mi ordenador esos dinosaurios que ironizan sin saber que al otro lado del cristal hay un instante tan fugaz como un click de ratón para que desaparezcan como un día lo hice yo. Quizás todo sea un sueño, amargo y cruel creado por una mente tan retorcida como absurda, pero me alegro de soñar con algo tan dulce, tan increíble y a la vez efímero, tal y como ocurre con un relámpago en una tormenta de verano. Resulta irónico que todo comenzara un verano, y ahora empieza a hacer el mismo calor que en esa tarde en la que me dí cuenta que al otro lado había algo más, que los juegos se escapaban de entre mis dedos para abrir mis ojos hacia un mundo teñido por colores que jamás había contemplado y lleno de sabores que explotaban en mi boca uno tras otro, sin detenerse, sin vacilar, sin piedad ni tregua a la risa.

Hoy volveré a dormir desnudo, pensando que así tengo menos peso que arrastrar por el país de nunca jamás, volando entre nubes que contemplé al borde de una piscina y sin un café que tomar de la misma forma que lo haría en esa terraza que siempre pensé que vería. Algún día iré, aunque no sepa dónde se encuentra, aunque no conozca cómo ni con quien estaré allí, pero todo eso no importa, porque la ciudad de las Brujas será sólo para nosotros, nadie más que tú estará allí, respirando un olor que imaginé con sonrisa y hoy se antoja una mueca estúpida.