Te escribo por no hacer algo más estúpido aún que gritar tu nombre bajo el agua o esperar un absurdo milagro del teléfono. Y no es que te eche de menos, porque olvidarte ha sido lo más difícil que he hecho en mi vida y no me permito pensarte, es que, a veces, como ahora, apareces sin avisar y lo paralizas todo. Ya ves, cuatro años…, cuatro años sin verte en los que no ha pasado un solo atardecer sin que me pregunte si acabaste Rayuela, si sigues cocinando en esa olla desgastada que te regaló tu madre, si te pones aquel jersey que tanto me gustaba, si el insomnio te deja escuchar a los elefantes soñadores cada martes en la noche, si aprendiste nuevas recetas de cocina. Después de cuatro años de ya no verte y no he dejado de preguntarme cuántas veces habrás visto El lado oscuro del corazón, cuántos poemas de Benedetti te habrán hecho llorar, cuántos acordes nuevos te habrá regalado Viridiana, cuántos crucigramas habrás sido capaz de terminar sin mirar la solución. Después de cuatro años de ya no verte y sigo preguntándome quién te arropará por la noche, quién te picará los ajitos, quién bailará tu Mahana de carnaval. Después de cuatro años de ya no verte, no es que te eche de menos, es que me da un miedo terrible pensar que ya no volveremos a rellenar más ceniceros ni a hacer el amor sin tregua amándonos hasta sentir odio. No, no te echo de menos, porque te quedaste con un pedacito de mi y no he dejado de estar contigo un momento en estos cuatro años; es sólo que me gustaría que me devolvieses ese pedacito, porque a ti no te sirve para gran cosa, y a mi me permitiría amar, aunque fuese por un momento. Sí, después de cuatro años de ya no verte.
jueves, febrero 22, 2007
miércoles, febrero 21, 2007

Luz apagada y bombilla aún caliente. Aquí todo es más gris, menos color que hace tan sólo unas horas. Hasta dentro de un año nada será igual, los colores seguirán dormidos esperando una risa que no llega, y el ruido se acobarda ante los gritos de angustia en una garganta rota.
El corazón quiere estallar en una nube de rabia, y la rabia no deja de agarrarlo como si nunca más pudiera tener ni una gota más.
El corazón quiere estallar en una nube de rabia, y la rabia no deja de agarrarlo como si nunca más pudiera tener ni una gota más.
miércoles, febrero 07, 2007
Duele. No porque no lo entienda, sino porque no sé en qué momento te levantaste de la piedra y decidiste funcionar a la voz del mundo. Decidimos ser privilegiados y nos adaptamos a lo demás, adaptarse no quiere decir sumergirse. Supongo que son decisiones personalísimas, pero echo de menos los interminables paseos, las profundas charlas, las cervezas infinitas (las de verdad, no las de todos los fines de semana). Echo de menos la necesidad, la confianza absoluta, las risas plenas... Me entristece..., tal vez me aferro en exceso, tal vez espero demasiado... No sé, sólo que no creo que seas así, no creo que TÚ pertenezcas a esa parte del mundo que tanto hemos detestado siempre. Y no sé qué me duele más si los hechos en sí, o el silencio, casi molesto, cuando nos encontramos...
Nunca llegué a moverme de la piedra donde, por primera vez, nos habló la Bruja de la Noche. Hay sitio, por si quieres venir y sentarte un ratito.
Nunca llegué a moverme de la piedra donde, por primera vez, nos habló la Bruja de la Noche. Hay sitio, por si quieres venir y sentarte un ratito.