viernes, agosto 08, 2008

Mensajes


Hoy recibí un mensaje que estremeció mi alma como hacía mucho, me encantó sentirme así de vivo, aunque sólo fuera un instante. Fue una de esas ocasiones en las que la emoción es tan fuerte que no deja salir a las lágrimas para que la alegría no sea confundida con la tristeza, y yo he tenido la suerte de volver a sentir eso.

Ayer recibí un mensaje que estremeció mi alma de nuevo. Sólo una palabra bastó para que mi mente la acompañara con muchas otras que ya se dijeron en su día y que aún siguen en el aire, como esperando que el viento se las lleve sin saber muy bien cómo ni cuándo lo hará. Y tampoco lloré. Me sentí tan sorprendido que no pude creer que esa fascinación fuera sólo una máscara para no ver la verdadera cara de la moneda.

Hace dos días leí un mensaje que debería haber sido escrito y borrado de mí hace mucho tiempo, pero ahí estaba, no sé si cierto o no, como tantas otras muchas veces. Esa noche no pude dormir, pensando en esas tan temidas palabras que siempre me han acompañado desde que tengo conocimiento y que, aún hoy, me sigue traicionando con cada oportunidad que se les presenta.

Con todo, quiero agradecer cada mensaje: al primero por lo evidente, porque siento exactamente lo mismo, y no me arrepiento de haber luchado por nosotros, tan sólo por no haberlo hecho lo suficiente para hacerlo mucho más fácil, cosa que es tan difícil cuando ando de por medio, como suele ocurrir. Han sido muchos años los que se me han regalado, y espero que también lo sean el resto. Pero no sólo eso, sino también por ser lo que soy gracias a ese cúmulo de experiencias que se me brindan cada día, todo por tantos y tantos momentos en los que las charlas o los silencios tenían y tienen el mismo valor. Gracias.

También agradezco todo lo que significa el segundo mensaje, un tiempo exquisito, aun con sinsabores, lleno de matices que sólo yo he tenido el gusto de paladear. Quizás no ha sido el tiempo más cabal a ojos ajenos, pero sin duda no lo cambiaría por nada en el mundo. Gracias por todo lo que he aprendido, incluso de mí mismo.

Y para terminar, aquel mensaje que nunca ha sido escrito pero tantas veces leído, desde dentro y fuera de mí, como un juego incesante de caballeros y princesas en los que los dragones se encuentran más en nuestro interior que fuera de nosotros. La templanza ante situaciones atípicas se debe por supuesto a este mensaje, lo que le da mucho más valor. En este caso, sé de sobra que este no será el último, incluso espero tristemente que así sea, pero me encanta cada vez que eso ocurre, aunque resulte absurdamente infantil reconocerlo. Y por ello, gracias.

Mañana llegarán más mensajes, más sonrisas, recuerdos, lamentos e ironías, pero hoy me siento un poco más grande dentro de mi cuerpo, algo no demasiado habitual en mi mundo, y he entendido que se me estaba olvidando que todavía existen personas que merecen la pena y otras que merece la pena conocer para entender aspectos que creíamos inertes en nosotros.

2 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

POR FIN VUELVES A ESCRIBIR.

Me alegro que vuelvas a sentir y que estes bien, vive la vida y disfruta los momentos.

besos eva

1:35 p. m.  
Blogger Ada dijo...

El poder que tiene un mensaje en un momento concreto es más poderoso que cualquier pistola. Tanto para lo bueno como para lo malo. Lo importante es sentir, porque significa que estás vivo y en tu caso, más vivo que nunca. Sigue sonriendo y respirando mientras sientes. Me alegro porder dedicar mi tiempo para leerte y ver un poco más dentro de ti. Un gran viaje...

1:34 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home